# las cosas han cambiado, starbucks

3 min read
Table of Contents

“have a nice day!” en letra cursiva se leía en el vaso del café negro que pedimos el sábado pasado.

“Ah, de verdad que el nuevo CEO les está exigiendo a estos cojudos escribir a mano un mensaje, y no acepta smiley faces”, recordamos.

Este detalle nos hizo contemplar nuestra relación con Starbucks. Las cosas han cambiado con el paso de los años, y hemos llegado a un momento bastante tenebroso. Por primera vez sentimos que nos están clavando con los precios. Es más sensación y sentimiento que procesamiento cerebral. Como que el intercambio de dinero por café deja un saborcito amargo.

precios

Haciendo una búsqueda online, vemos que el precio del “grande brewed coffee” ha subido 49% desde el 2020. Y diríamos que los cafés más elaborados (mocha, lattes, macchiatos) han subido mucho más.

Hoy en día, con la familia encima, cuando salimos temprano a nuestras expediciones, un pedido promedio incluye lo siguiente:

  • cold brew grande (1)
  • macchiato o algún otro café especial (1)
  • banana bread (2)
  • egg bites (2)

Esa orden cuesta 32.30Nohacemucho,32.30 No hace mucho, 32.30 alcanzaba para almorzar en restaurantes de tipo casual.

No sé por qué, pero comenzar el día soltando $32.30 no se siente bien.

el local fue “renovado”

Y otra cosa, nuestro Starbucks en Calabasas era uno de los mejores. Era bastante amplio, los muebles eran cómodos, de madera, de estilo clásico. Nos sentíamos a gusto. No había y no hay (tocamos madera) vagos rondando el local, conocíamos a los baristas y a los demás clientes.

Había veces que escapábamos de casa y encontrábamos paz en nuestro Starbucks. Muchas cojudeces fueron leídas y escritas ahí con café en mano.

Todo eso cambió el año pasado. Cerraron durante un par de meses para renovar el lugar. No entendíamos qué querían hacer.

Cuando reabrieron, el ambiente era completamente diferente. Totalmente antiséptico en lo que a estética y espíritu se refiere. En esencia, habían transformado en nombre de la funcionalidad y la rotación de activos. Era como si le hubiesen dado los planos a un MBA de Wharton.

La zona donde estaban las mesas para los clientes había sido reducida en un 30%. Las mesas grandes reemplazadas todas por mesas pequeñísimas de estilo moderno y liso. Se duplicó área para recoger los pedidos “to go”… y encima de todo, el 70% de los baristas eran nuevas caras. Dos meses después, el 70% se convirtió en 100%.

y ahora qué hacemos

Pues nada. A esperar.

todo concluye al fin
nada puede escapar
todo tiene un final
todo termina

(↑ ésa es de una de las diez canciones más importantes del rock en español.)

No se quejen chicos, ya vendrán tiempos mejores (← y ésta es del Adiós Sui Generis). Pero por lo pronto, pasamos ya poco por Starbucks. Por lo general, sólo cuando hacemos expediciones largas porque hay Starbucks por todas partes. Y ahora ponemos más empeño en preparar en casa comida para el camino.

y olvidé aquello que una vez pensaba que nunca acabaría, pero sin embargo terminó…


más cojudeces